Sobre las doulas que no son madres




Cuando leo escritos de "escuela para padres", algo me hace ruido, y es porque no creo en la "preparación para la maternidad", no creo que sea algo que se enseña y se aprende, porque cada experiencia es única. Nadie puede prepararte porque nadie sabe cómo va a ser. Todo conocimiento previo se queda chico comparado con la realidad.

Por eso creo que no es ahí donde está el foco, sino en acompañar. Se acompaña lo que sucede, y se anticipa dentro de esa realidad. Claro que el conocimiento teórico es una herramienta muy útil y nos permite comprender y darle un significado a lo que sucede, pero la maternidad es tan propia de quienes la viven que enseñarla es una batalla perdida de antemano.

Por esta razón, es que no creo que para ser doula haya que ser madre como condición excluyente. Creo sí en la empatía como principal herramienta para acompañar, creo en estar disponible para habilitar a que el otro sienta lo que tenga ganas de sentir, y no lo que se dice que tiene que sentir. 

Entiendo el valor de la experiencia, y por eso no minimizo el plus que puede aportar haber vivido ese momento. Lo entiendo y lo respeto, pero creo que se deja afuera toda la particularidad de esa mujer que, sin hijos, puede ponerse al servicio de otra, desde la empatía y el respeto.

Cada uno de los recursos que pongo a disposición, son vehículos para que la mujer y su pareja puedan habitarse, conectarse con la mirada interna. Ahí, en su centro, es donde está la confianza y la sabiduría que necesitan, no afuera. 


fuente foto: Georgia Brizuela